lunes, 4 de abril de 2011

Leyenda Celta (Revisado y Corregido por Gopal Doyle)

La reina de Connacht había organizado una invasión para robar el toro semental Donn Cúaligne, y Cúchulainn en lugar de estar vigilando la fortaleza, y como su naturaleza de mujeriego le distraía, estaba con una mujer, lo que le permitió a la reina hacerse con el Ulster.
Los hombres del Ulster hechizados no podían hacer nada por lo que Cúchulainn tuvo que luchar solo contra el ejército de Maeb, derrotando a uno tras otro en una batalla que duró meses.
Antes de uno de los combates, cuenta la leyenda que se le acercó una hermosísima mujer ofreciéndole su amor, pero él la rechazó, sin saber que ese rechazo le llevaría a un cruel destino.
Esa joven mujer era la Diosa Morrigan, quien desde el momento en que se vio rechazada comenzó a planear su cruel venganza.
La Diosa, capaz de transformarse en distintas criaturas, comenzó a meterse en los combates para impedir la victoria de Cúchulainn.
Como anguila trató de ponerle la zancadilla, pero el guerrero al pisarla le rompió las costillas. Ella volvió a intentarlo como lobo, ahuyentando al ganado y causando una estampida en el terreno donde se llevaba a cabo la batalla, pero Cúchulainn lanzó una piedra al lobo y consiguió sacarle un ojo.
Por último, la Diosa se apareció como una vaquilla a la cabeza de la estampida, a la que Cúchulainn al defenderse le partió una pierna nuevamente con una piedra.
El guerrero consiguió derrotar a Loch, y tras esta victoria nuevamente se apareció la Diosa, esta vez en forma de anciana ordeñando una vaca, le ofreció leche a Cúchulainn tres veces, y cada vez que bebía, Cúchulainn la bendecía en forma de agradecimiento curándole todas las heridas que él mismo, sin saberlo, le había causado durante las batallas.
En una de las contiendas Cúchulainn cayó gravemente herido pero fue su padre, el dios Lugh, el que, tras explicarle que era su padre, le curó las heridas. El guerrero se despertó y se encontró con las tropas de Emain Macha, capital del Ulster atacando y terminando con el ejército de Connacht.
De pronto un espasmo invadió el cuerpo del guerrero, convirtiéndole en un monstruo sin forma, horrible. Su cuerpo se revolvía violentamente, en su cabeza se veían sus nervios alargándose hasta la nuca, uno de sus ojos hundidos en su cráneo y el otro colgando a la altura de la mejilla. El pelo retorcido como ramas de espino.
Atacó al ejército y mató a cientos, amontonando los cadáveres unos encima de otros, formando paredes. Fergus, su padre adoptivo, fue enviado para enfrentársele, por lo que el guerrero aceptó rendirse siempre y cuando le devolviera el favor cuando volvieran a encontrarse en la misma situación.
Pero todo esto solo le llevó a enfrentarse durante tres días en una dura batalla contra su hermano adoptivo y mejor amigo, Ferdiad, en un lugar llamado Áth Fhir Diadh en Ardee, condado de Louth. Los hombres del Ulster se levantaron uno a uno para finalmente hacerlo todos en masa. Cúchulainn permanecía en la retaguardia esperando a recuperarse, cuando vio a Fergus avanzando, el cual terminó rindiéndose tal y como había prometido.

Esto último hizo que cundiera el pánico entre el resto y los aliados de Connacht y Maeb se vieran obligados a retirarse.
Tras esto Maeb conspiró con Lugaid y los hijos de otros a quienes Cúchulainn había matado. Lugaid mandó hacer tres lanzas mágicas y profetizaron que un rey caería con cada una de ellas.
La primera acabó con Láeg, rey de los aurigas. La segunda mató a Liath Macha, rey de los caballos y caballo de Cúchulainn. Cúchulainn se ató una piedra (que aún hoy se conserva en Knockbridge, en el condado de Louth) al pie para poder mantenerse sobre sus talones. Sólo cuando un cuervo se hubo apoyado sobre su hombro los enemigos se atrevieron a acercarse, Lugaid le cortó la cabeza, en ese mismo momento la espada del guerrero cayó, cortándole la mano a Lugaid.
Connall Cernach, que había jurado que si Cúchulainn moría antes que él vengaría su muerte, corrió tras Lugaid. En el combate Connal Cernach metió una mano en su cinturón para equilibrar la batalla venciendo en una dura contienda al asesino del gran guerrero.